
Las desigualdades de género se plasman en todos los ámbitos de la realidad, pero muchas veces aparecen invisibilizadas. Género y sindicalismo son dos palabras que pocas veces van juntas en la misma frase. Sin embargo, es necesario avanzar en la construcción de una agenda articuladora.
Las estadísticas del mundo del trabajo son contundentes a la hora de caracterizar la desigualdad de género existente en su interior. Brecha salarial, “techo de cristal”, “piso pegajoso” y “doble jornada laboral” de las mujeres trabajadoras, son tan sólo algunas de las metáforas utilizadas para nombrar la alarmante situación configurada por la división sexual del trabajo propia del capitalismo patriarcal.
En el último tiempo, la recuperación de las negociaciones colectivas no ha modificado estas desigualdades, ya que suelen girar casi exclusivamente en torno al salario, una lucha que es fundamental pero no genera, por sí misma, igualdad. Por eso, es necesario acompañar estas luchas con el reclamo por la incorporación de mejores condiciones de trabajo y nuevos derechos laborales, introduciendo una ampliación de las luchas sindicales desde una perspectiva de género. ¿Cuáles son las reivindicaciones que podemos plantear para generar mayor igualdad en nuestros lugares de trabajo y en las relaciones laborales? Para respondernos este interrogante repasamos algunas experiencias locales en este sentido, ya sea de luchas sectoriales como de proyectos de ley.
Extensión de las licencias por maternidad y paternidad
El Art. 158 de la Ley de Contratos de Trabajo (LCT) sancionada en 1974 estipula una licencia por nacimiento de dos días corridos en el caso de los trabajadores varones y de noventa por maternidad. Esta normativa expresa claramente una de las mayores fuentes de desigualdad: la asimilación de la mujer con las tareas de cuidado de los hijos. Como consecuencia, las mujeres somos consideradas menos productivas que nuestros compañeros varones por embarazarnos y dedicarle más tiempo al hogar. Por otra parte, la desigual distribución de tareas no remuneradas y la reglamentación refuerzan el estereotipo mujer-madre igual a tareas domésticas y de cuidado. Atendiendo a esta cuestión, una propuesta de extensión de la licencia por paternidad y de días para el cuidado de terceros, apunta a fomentar las responsabilidades familiares compartidas y el involucramiento de los varones. A su vez, equiparar todos los derechos a parejas del mismo sexo y a los casos de adopción, es una manera de avanzar en la igualdad de familias diversas.
Jardines infantiles y lactarios en los lugares de trabajo
Si bien estos derechos están contemplados en el Art. 179 de la LCT, no han sido reglamentados. Y ante el vacío legal, su implementación pasa a ser voluntad de la patronal o de los convenios colectivos de trabajo sectoriales. En muchos casos se adopta el subsidio como reintegro de todo o parte del costo que implica para las trabajadoras y trabajadores enviar a sus hijos e hijas a otro jardín ante la falta de uno en sus lugares de trabajo. Esta demanda, fuertemente impulsada por la CTA Autónoma a través de su Secretaría de Género, ha sido retomada por la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) mediante una importante campaña, con diversos resultados según cada organismo. Por ejemplo, en el Ministerio de Economía se logró la licitación de un edificio para tales fines. Los lactarios son espacios para que las madres puedan extraerse leche y conservarla. De esta manera, no se interrumpen las rutinas de lactancia, una vez reanudada la actividad laboral. Recientemente, la Asociación de Empleados del Poder Judicial de la CABA (AEJBA) ha logrado su creación en uno de los edificios.
La instalación de jardines y lactarios tiene múltiples aspectos positivos: por un lado, implica una mayor comodidad y beneficio económico para todo el personal, a la vez que propicia y facilita la lactancia y permite que la mujer trabajadora retome sus actividades laborales si así lo desea, sin necesidad de solicitar la excedencia. Pero especialmente, en el caso de los jardines, puede conllevar a una democratización de las tareas de cuidado de los hijos entre ambos miembros de la pareja, ya que si bien fueron creados especialmente para la mujer trabajadora, en la actualidad, se reconoce este beneficio también a los varones con hijos.
Las reivindicaciones descriptas son tan sólo algunos ejemplos concretos que sirven para comprender que la construcción de una agenda sindical con perspectiva de género y feminista requiere tomar en cuenta tanto las desigualdades del mundo del trabajo como su articulación con las del hogar –es decir, la combinación y potenciación entre capitalismo y patriarcado- y luchar por la conquista de nuevos derechos que protejan relaciones laborales y prácticas más igualitarias.
Por Guadalupe Santana y Diana Broggi, delegada de AEJBA (Asociación de Empleados del Poder Judicial de CABA) e integrante de la Comisión de Géneros y delegada de la Comisión interna de ATE Municipales por la Dirección de Políticas de Género, respectivamente.