
Entrevista Julieta Paredes y Adriana Guzmán, feministas comunitarias de Bolivia
Por Jéssica Murphy
Julieta Paredes y Adriana Guzmán estuvieron días atrás en nuestro país, participando del Foro Nacional de Educación para el Cambio Social en Córdoba, aportando a nuestro feminismo desde la experiencia de Bolivia. En esta entrevista profundizan qué entienden por feminismo comunitario y cuáles son los desafíos que nos caben a las mujeres en la construcción de un proceso de transformación social.
Cambio: ¿Qué es el feminismo para ustedes?
Adriana Guzmán: Feminismo es la lucha de cualquier mujer en cualquier parte del mundo, en cualquier tiempo de la historia, que lucha, se rebela y propone ante un patriarcado que la oprime o la quiere oprimir.
El feminismo nuestro sale de la lucha, es un feminismo que no viene del feminismo. Nosotras venimos de un feminismo que ha peleado en la calle contra el patriarcado.
Una vez que nos definimos feministas tenemos por responsabilidad decir qué es el feminismo, conceptualizamos el feminismo: “Una mujer que lucha, se rebela y propone frente al patriarcado”. Pero para ello había que definir qué era el patriarcado. Definitivamente es insuficiente cuando dicen que es un sistema cultural, religioso, lo que fuera, de opresión de los hombres sobre las mujeres. Si la lucha era contra los hombres estaría más fácil, hasta matándolos podríamos tener un mundo distinto, y no es cierto, la lucha no es contra los compañeros. Es el sistema de todas las opresiones: discriminación, violencias, que vive la humanidad, hombres, mujeres, personas heterosexuales y la naturaleza construida históricamente sobre el cuerpo de las mujeres. Entonces el patriarcado es capitalista, colonialista, racista, transnacional, neoliberal, pero todas esas herramientas que tiene el patriarcado de opresión se construyen, se sostienen y se reproducen todos los días sobre el cuerpo de las mujeres.
La explotación que hemos asumido laboralmente, la inferiorización de los cuerpos, el hecho que nos maten, nuestro cuerpo vale menos.
Entendemos al feminismo como cada mujer que lucha, se rebela y propone. Y ahí nos preguntamos, ¿cuál es el proyecto político del feminismo, proyecto de mundo, qué cosas quiere construir? Eso es el feminismo comunitario: su propuesta es la comunidad como forma de vida, como forma de organización, la comunidad de comunidades como forma de restitución del mundo, de las relaciones entre las mujeres y la naturaleza.
Julieta Paredes: El feminismo comunitario es un feminismo que es útil para la lucha de nuestro pueblo, es útil para las compañeras. No está preparando los sables para cortarles el cuello a nuestros compañeros, sino que estamos planteando que es un mundo donde ellos y nosotras podamos querernos en reciprocidad, en armonía, en equilibrio. Que vamos a pelear juntas y juntos contra un sistema que se llama patriarcado que los lastima a ellos cotidianamente y que no son per se nuestros enemigos.
Es un feminismo útil porque alivia la angustia y la culpa de las mujeres de reunirnos entre mujeres. Es un feminismo útil para la lucha de nuestros pueblos y que además les da tareas a los hombres, nosotros les decimos: “Compañeros ustedes, ¿qué van a hacer con los violadores, los golpeadores?”. Ellos tienen que pronunciarse. Ese es nuestro feminismo.
C: ¿Cuáles creen ustedes que son hoy los principales desafíos que tenemos las mujeres y feministas latinoamericanas?
JP: ¿Cómo vamos a construir, creer y hacer revoluciones si el compañero nos está metiendo mano, nos está violando, nos está golpeando, se está burlando de nosotras, y está consumiendo pornografía o prostituyendo mujeres como nosotras? ¿Cómo podemos creer que se va a hacer una revolución, cambiar las estructuras de opresión si tenemos al lado en nuestra organización a estos compañeros que hacen estas cosas? Nos estaríamos engañando nosotras como mujeres.
Es imprescindible que nosotras como mujeres tomemos en serio la revolución. No podemos hacer revoluciones si esas prácticas siguen en nuestras organizaciones y parte de las conductas y comportamientos de los varones. La lucha es con los compañeros, entonces no podemos quedarnos calladas por el pretexto que nos digan que somos exageradas, histéricas, conflictivas. La revolución es eso.
La burguesía cuando el proletariado se sindicaliza y organiza sus huelgas también le dicen que son amargados, manipulados, manejados, el patrón también reacciona de esa manera. No tenemos que asustarnos las mujeres, y los compañeros tienen que entender que nosotros no queremos patrones, ni revolucionarios que se comporten como burgueses con sus proletarios. Es imprescindible que trabajemos en ese sentido.
El feminismo comunitario es un feminismo útil que nos convoca a nosotras mismas a tomar en serio los procesos revolucionarios.
AG: Un desafío importante para las organizaciones de mujeres y feministas es superar la tematización en la que nos ha metido el neoliberalismo. La fragmentación en donde unas luchan por la soberanía, el parto humanizado, el aborto, la participación política. Esto finalmente lleva a que nos fragmentemos y dejemos de ver al sistema. Es necesario replantear que es una fragmentación que ha hecho el neoliberalismo y han hecho las ONG para fragmentar al movimiento de mujeres y feminista.
También es responsabilidad de todas las organizaciones feministas y de mujeres en la región que la despatriarcalización no se despolitice, que no se vuelva un cliché, que siga teniendo el peso político que tiene en términos de atentar contra el patriarcado como sistema. No estamos hablando de despatriarcalizar la fiesta, sino que tenga la dimensión necesaria, porque una cosa es el machismo y otra cosa es el patriarcado como sistema, hacer esa diferenciación es responsabilidad hoy de las organizaciones feministas para que la despatriarcalización no pierda peso, no pierda su dimensión política fundamentalmente fuera de Bolivia.